Comunicados de Prensa
¿Distanciamiento social o físico?
Desde la sociología, el distanciamiento social tiene muy poco que ver con la idea de distanciamiento desde la epidemiología, de la que tanto se habla estos días con motivo de la COVID-19.
En los últimos meses hemos oído, hemos leído y muchos hemos utilizado el concepto de «distanciamiento social» de manera exponencialmente creciente. Pero nos hemos detenido en él relativamente poco. Lo usamos para referirnos a la distancia mínima que debe haber entre dos personas para minimizar el riesgo de contagio por COVID-19, unos dos metros. Sin embargo, la distancia de dos metros de seguridad no es una distancia social sino una distancia física, necesitamos un espacio físico de dos metros, independientemente de la distancia o proximidad social que haya entre nosotros, así lo aseguran en un análisis Natàlia Cantó, Roger Martínez e Isaac Gonzàlez, sociólogos y profesores de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En epidemiología, se usan indistintamente los términos de distanciamiento físico y distanciamiento social. Sin embargo, desde la sociología, hablar de distanciamiento social en este sentido no hace más que confundirnos, es por esto que los expertos defienden que abandonemos el término y pasemos a hablar únicamente de distanciamiento físico «Podemos entender que, durante los primeros días del confinamiento de la población, nos parecía adecuada la imagen de la ausencia de contacto social para describir la nueva realidad, pero con el paso de las semanas, hemos tenido tiempo de sobra para darnos cuenta de que no solo en el desconfinamiento nos tendremos que volver a encontrar en las calles manteniendo la distancia física, sino que incluso durante el propio confinamiento no ha tenido mucho sentido hablar de distanciamiento social, ya que si bien muchos vínculos efectivamente se han congelado o distanciado, otros se han afianzado e intensificado e incluso se han creado vínculos nuevos, como ha ocurrido en algunos casos entre vecinos» apuntan los expertos de la UOC.
La distancia social no se puede medir ni en metros, ni en centímetros, ni en kilómetros en el campo de la sociología. De acuerdo a los expertos de la UOC, el uso más habitual del término hace referencia a la distancia en relación con la desigualdad, sobre todo, la desigualdad socioeconómica, alguien de la clase alta se percibe como muy distante de alguien que vive en la extrema pobreza, lo que podríamos llamar distancia “social vertical”. Esta distancia en términos jerárquicos también se puede aplicar a otras formas de desigualdad y de desigualdad de oportunidades, como la que se deriva de la etnicidad, el género, la sexualidad, la nacionalidad, la edad, etcétera. La distancia o proximidad social entendida en estos términos es independiente de que dos personas concretas se relacionen entre ellas a menos de dos metros de distancia, más bien la entendemos como la distancia en oportunidades de vida, en acceso desigual a los recursos, en derechos y obligaciones diferenciados.
Interacciones entre individuos y maneras de pensar qué es la distancia social.
Para Cantó, Martínez y Gonzàlez, cuando hablamos de interacciones entre individuos, estas no deben ser necesariamente cara a cara y menos a dos metros de distancia, por el contrario, muchas de estas interacciones se pueden hacer mediante carta, teléfono, mensaje de WhatsApp, videoconferencia o un simple me gusta en Instagram o Twitter. Por lo tanto, estas distancias sociales tampoco tienen mucho que ver con lo que estas semanas llamamos «distanciamiento social». La distancia social entendida en estos términos, no sólo hace referencia a la frecuencia de las interacciones, sino también al tipo de interacción, de vínculo que establecemos en esta interacción, en cuanto a intimidad, reciprocidad, obligación mutua, asimetría, agresividad, etcétera. Podemos sentirnos mucho más distantes socialmente de nuestro jefe en el trabajo, a quien vemos todos los días, que de una amiga a la que solo vemos una vez al año.
Para entender cuál es el vínculo social, tenemos que entender cuál es la distancia social «imaginada» que acompaña la relación, cuál es el sentido que le damos, las expectativas que generamos y la intensidad que experimentamos; esta distancia social imaginada tiene tanto que ver con la manera en que interpretamos las interacciones concretas entre individuos como con la manera en que imaginamos las relaciones más abstractas, por ello, cuando interaccionamos con personas que no habíamos visto nunca, tenemos una noción de la proximidad o distancia social respecto a ellas, y en este sentido, nos podemos sentir «como en casa» o «fuera de lugar».
El confinamiento y la distancia social tras la COVID-19
Desde esta mirada, la pregunta por los efectos del distanciamiento social, que tanto se repite estas semanas, no es tanto por la ausencia de interacción cara a cara, o por los dos metros de separación, sino por el impacto del confinamiento en estas dos maneras de entender la distancia social: la desigualdad (vertical) y las redes relacionales (horizontal). En cuanto a desigualdad, se ha comenzado a analizar cómo el confinamiento puede aumentar las distancias sociales y no solo las más evidentes derivadas del impacto económico de la pandemia «ya se ha empezado a señalar cómo el hecho de que sectores con menos capacidad para teletrabajar sean situados en la base de la estructura social, que es donde afecta más la inactividad; o cómo en el ámbito de la enseñanza, la desaparición de la presencialidad puede aumentar las desigualdades de oportunidades educativas» afirman los sociólogos de la UOC.
Hemos tenido que reconfigurar las redes relacionales, es decir, con quién hablamos por teléfono, con quién hacemos videoconferencias, con quién nos escribimos mensajes de WhatsApp, también hemos modificado el entramado relacional, sea o no temporalmente. Cada persona, además, se siente más o menos cómoda con unos medios o con otros, o teniendo o no la iniciativa. Se han roto vínculos e interacciones con gente a la que veíamos todos los días, porque eran compañeros de trabajo, de la escuela o de cualquier otro ámbito relacional, mientras que se han acentuado otros o generado nuevos, porque han aumentado los contactos con personas que se veían poco, o se ha conocido y establecido algún tipo de relación con vecinos con los que nunca se había interactuado.