Belleza
La evolución de la belleza en las nuevas generaciones. Las identidades disruptivas
“El espectáculo de lo bello, en cualquier forma en que se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones.”, dijo una vez el poeta español, Gustavo Adolfo Bécquer.
La belleza, esa percepción enigmática que mueve las emociones del mundo. A lo largo de los siglos, los artistas buscan incesantemente todas las formas que lleven plasmar lo hermoso en todas expresiones posibles, pero si algo nos ha enseñado la historia y las civilizaciones es que la belleza no sólo es totalmente perceptiva y subjetiva, sino que está en un proceso de evolución continua que hoy está adquiriendo una nueva dimensión gracias a la manera en que hoy se vive.
La forma del cuerpo, la estética del rostro, el estilo de vestir, de maquillarse y nuestro ser interior marca las pautas de lo que muchos pueden considerar bello. En siglos pasados, los estándares de belleza estuvieron marcados por cuerpos voluminosos como símbolo de abundancia y fertilidad en las mujeres. En El Renacimiento, pintores como Sandro Botticelli representaban lo estéticamente hermoso a través de la fineza de pies y manos y la tez clara en cuerpos redondeados.
Sin embargo, fue en la época victoriana cuando se dio un cambio radical que, de cierta manera, se conserva en tiempos recientes, y es la delgadez de la cintura y una elegancia pronunciada. En el caso de los hombres, el cuerpo torneado, el vello facial abundante son constantes en los cánones estéticos desde hace muchos años. Sin embargo, los más contemporáneos han roto esos moldes para establecer sus propias formas de ser, de vestir y de considerar algo como bello o no estético, formando así lo que conocemos como identidades disruptivas, las cuales buscaremos desarrollar en el marco del Día Internacional de la Belleza, que se conmemora el 9 de septiembre.
Belleza cambiante a través de la juventud
En una sociedad donde los roles e identificación de género están adquiriendo una dimensión distinta, la cultura popular le ha dado mayor visibilidad a identidades de género alternativas, aumentando su peso social, cultural y político, al grado de posicionarlas en un estandarte de libertad, pero sobre todo de belleza aspiracional por los ideales vanguardistas que representan.
Si bien, algunas expresiones culturales como la drag -hombres que exageran las características del género femenino por entretenimiento a través de elementos como el maquillaje, pelucas y vestuarios llamativos- no son nuevas, están retomando su auge como forma de liberación auténtica y de ser quien tú quieras sin importar la barrera de género.
Otra forma de expresión de belleza que se ha convertido en tendencia cultural y de imagen en generaciones jóvenes (millennials y centennials) gracias a que tiene una visión más progresista es la del género fluido y sus diversas expresiones, ya que las personas identificadas en este grupo han trascendido lo que significa ser el o ella, y se esfuerzan por vivir en total apertura y sin ningún tipo de etiquetas. Justo como dice la actriz, Tina Fey: ‘Recuerda siempre que la más importante regla de belleza es: ¿a quién le importa?’
¿Cómo se están construyendo estas nuevas definiciones de belleza?
Existen elementos importantes que definen la belleza impulsada por los jóvenes. Como ya vimos, la búsqueda de autenticidad, toma de conciencia y ruptura de estereotipos son características de las generaciones más jóvenes. Uno de los accesorios más populares para lograr una imagen poderosa y que respire libertad es el maquillaje, que hoy es un aliado para trascender los estereotipos de género, al facilitar una crudeza no muy pulida, más experimental y que no etiqueta como ´algo´. Actualmente, el maquillaje para hombres es una tendencia en crecimiento, que no sólo impulsa los modelos estéticos, sino que colabora con la deconstrucción del género, haciendo que de manera más frecuente, se flexibilice la entrada de los hombres en actividades que antes eran exclusivas de la mujer. De hecho, según un estudio realizado por another, un 34% de hombres realizan diariamente o frecuentemente, alguna práctica de cuidado personal que se considera propio del género femenino.
Obviamente, la tecnología digital es importantísima en la percepción de la belleza en la actualidad. Siempre vamos a querer publicar nuestras mejores imágenes en las redes sociales, y por ello, las herramientas como los filtros ayudan a embellecer la realidad, mostrando lo que los usuarios quieren y cómo lo quieren. Esto también sirve como vía de escape a mundos alternativos alojados en lo virtual y ha probado tener éxito en la moda electrónica, donde muchas firmas de renombre han sacado modelos de zapatos, ropa o accesorios virtuales para usar como filtros de red social, algunos de ellos, a precios muy elevados.
Las generaciones pasadas dejaron que la industria y sus madres les dijeran cómo verse. Para las nuevas generaciones, los filtros son lo que lo dictan, por lo que aquellos que rompen con los moldes convencionales y les permiten experimentar y deformar su imagen, son los que más resuenan en su mundo.
Principales retos para las marcas
La revolución de fenómenos relacionados con las identidades disruptivas, por ejemplo, la cultura drag, ha resultado también un negocio muy rentable en el que muchas marcas han puesto sus ojos. La deconstrucción del género masculino, sumado con la libertad y belleza aspiracional que estas personas transmiten, resultan atractivas para realizar campañas exitosas. De acuerdo con el estudio de another, se han identificado tres puntos esenciales para que las marcas aprovechen estas tendencias en los jóvenes y se elaboren estrategias para desarrollar identificación con el sector que hoy está creando nuevos modelos de belleza.
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Habilitar espacios y plataformas que motiven a niños y hombres a expresar una amplia gama de emociones y comprendan la diferencia positiva que pueden marcar cuando lo hacen, y así crear masculinidades más saludables.
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Erradicar el pensamiento dicotómico a través de la amplificación de la imagen y el lenguaje, en donde se promueva la reconciliación del ser y la identidad.
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Facilitar la exploración de los hombres en nuevas categorías, al multiplicar espacios no intimidantes para que se atrevan a hacerlo con mayor confianza y seguridad.